El penal 9 de Gualeguaychú es mixto y tiene 70 hectáreas. Hay huerta y se realizan talleres.
No hay muros ni rejas. Tampoco hay celdas, sino habitaciones con puertas de placa. Se ve el cielo y los detenidos pueden observar el amanecer. Para algunos, el Penal número 9, conocido como “La Granja Colonia El Potrero de Gualeguaychú”, es un lugar ameno donde estar preso. Pero más allá de este paisaje apacible, se cumplen las mismas reglas que en cualquier cárcel de máxima seguridad. Allí pasan su días abusadores, narcos, asesinos, estafadores y ladrones. Allí, dicen, podría alojarse Nahir Galarza una vez que su condena a prisión perpetua queda firme.
Si bien el Jefe del Servicio Penitenciario, Javier Bossi, afirma que no hay espacio para recibir a la joven que mató a Fernando Pastorizzo, fuentes cercanas a la causa indican que ese sería el lugar a donde iría. El problema por el cual la estudiante de abogacía debe seguir en la Comisaría del Menor y la Mujer -en el centro de Gualeguaychú- es que en “La Granja” no hay un pabellón especial para familiares de funcionarios policiales, que es donde Nahir deberá estar alojada por ser hija de un oficial principal de la fuerza.
Otro obstáculo para el traslado inmediato de Galarza fue la superpoblación de “la Granja”: en este momento se encuentran alojadas 24 mujeres, pero debería haber 15. Además también hay 237 hombres, lo que la convirtió desde julio del año pasado en la primera prisión mixta de Entre Ríos.
A simple vista la Unidad Penal 9 tiene más verde que gris. Más pasto que cemento. En un recorrido al que accedió Clarín por el interior del lugar se puede ver por ejemplo la huerta, donde se cultiva lechuga, acelga y perejil, entre otras verduras. En ese sitio es en donde trabajan las mujeres que están detenidas.
Ellas son las encargadas de cocinar comidas como hamburguesas, preparan el pan rallado y pastas. Hacen cursos de herrería, carpintería, tapicería y peluquería. Algunas también van a la escuela, en uno de los pabellones equipados para tal fin.
Al fondo se ven los animales: chanchos, ovejas, lechones y corderos. Pero esa es tarea está reservada para los hombres.
En el pabellón femenino no hay celdas, sino una sola habitación grande con cuchetas donde las mujeres duermen juntas. Las rejas están solo en las ventanas y también cuentan con un televisor, por lo que todas ahí saben quién es Nahir. De hecho fuentes cercanas al universo carcelario, cuentan que las internas piden por ella: “Que traigan a Nahir”, gritan por momentos.
Si la joven fuera trasladada allí, primero habrá que reacondicionar el lugar porque Galarza -al ser hija de funcionario policial- no puede estar con otras detenidas. Es decir que la chica condenada a perpetua deberá estar en un lugar exclusivo para ella y nunca podría cruzarse con ningún otro prisionero. Ni siquiera para las actividades en la huerta, para estudiar o en los diferentes cursos, por ejemplo. Siempre deberá estar sola y no podrá relacionarse con nadie. Más de 35 años en silencio.
“La gente está equivocada, muchos creen que venir acá es un privilegio. Pero les puedo asegurar que no es así. Yo impongo las mismas reglas que cualquier otro penal”, cuenta Bossi a este diario.
Desde lo alto se observan las 70 hectáreas que ocupa el predio y en los días soleados se puede ver también el humo de las chimeneas de la Pastera Botnia, esa que está ubicada a orillas del río Uruguay y generó tanto enojo en los entrerrianos, con marchas multitudinarias contra su instalación. Todavía se ven por la ruta carteles con leyendas que hablan de “No a las papeleras”. Es que la prisión se encuentra a pocos kilómetros del puente fronterizo que une Argentina con Uruguay (Gualeguaychú-Fray Bentos).
Nahir se encuentra ajena a todo. Pasa sus días en la misma celda que está desde que mató a Pastorizzo de dos disparos y espera con ansias los miércoles y sábados a las dos de la tarde, cuando sus padres pasan a visitarla y le llevan mate y bizcochuelo. Del lado de la familia de Fernando tampoco se preocupan por el lugar donde será alojada: “Lo único que quiero es que ella se arrepienta, que el tiempo que pase entre las rejas le sirva para recapacitar y reflexionar por lo que hizo”, contó Carla Pastorizzo a Clarín en una entrevista.
Fuente: Clarín