Florencio Sánchez, dramaturgo uruguayo, nunca pensó al escribir el sainete Canillita que el día de su fallecimiento quedaría inscripto para siempre como la jornada que celebra el trabajo de los vendedores de diarios.

“Soy Canillita, gran personaje, con poca guita y muy mal traje; sigo travieso, desfachatado, chusco y travieso, gran descarado; soy embustero, soy vivaracho, y aunque cuentero no mal muchacho. Muy mal considerado por mucha gente, soy bueno, soy honrado. No soy pillete, y para un diario soy un elemento muy necesario”. Con ese discurso, en la segunda escena de la puesta, se presentaba el protagonista de la obra.

Inspirado en un niño real, “Canillita” utilizaba en la obra un pantalón corto que dejaba ver sus piernas delgadas, lo cual le trajo su apodo y terminó bautizando a todo el oficio.