El presidente del fútbol del club de Bielorrusia vivió con intensidad la derrota del equipo en la liga de aquel país. Y tuvo un cara a cara con los futbolistas en el vestuario.
Las primeras horas de Diego Maradona en Bielorrusia llevan su sello. El Diez, de 57 años, arribó el lunes al país para asumir como presidente del fútbol del Dínamo Brest y vivió cada momento con plena intensidad: lo esperaron con alfombra roja y una banda que tocó el himno, el club le regaló una camioneta anfibia y un anillo de diamantes y presenció el debut del equipo en la liga local ante Shakhtyor Soligorsk.
El primer partido no resultó auspicioso para el Dínamo: cayó 3-1. Y el “Diez” protagonizó un verdadero show de gestos durante el desarrollo del encuentro. Sentado en un palco, no ocultó su enojo ante la apertura del marcador del conjunto rival, les dio una clase de pegada al resto de los directivos ante un mal pase de sus pupilos, premió con aplausos alguna buena acción y se sumergió en el fastidio con el 1-2.
Sin embargo, el tropiezo no lo privó de mantener su primera interacción con el plantel. De jogging, remera y gorra con visera, les hizo una vehemente a los futbolistas, en relación a su nuevo rol. “No me van a ver de saco y corbata metido en una oficina, no”, reforzó la negativa con histrionismo.
Diego firmó un contrato por tres años con el club, luego de su experiencia como entrenador en el Fujairah FC, club de Emiratos Árabes que, con su impronta, subió a la Primera División de aquel país en el repechaje. Y en Bielorrusia ya empezó a dejar huella.
Fuente: Infobae / Foto: elespanol.com