Pocas horas después de ser imputado por el crimen de su hijastro de tres años, Carlos Alberto Pérez, fue encontrado cerca de la medianoche colgado de una reja en la celda de la cárcel de Coronda donde se encontraba alojado.

Estaba atado a una cuerda arrancada del borde roto de un colchón. Un suboficial lo encontró durante la ronda habitual y el médico del servicio penitenciario corroboró su muerte poco después.

Durante la audiencia en la que le atribuyeron los delitos de “lesiones leves dolosas” y “coautor de homicidio calificado por el vínculo, alevosía y ensañamiento”, Pérez no dijo una sola palabra. Se negó a declarar ante el juez a cargo de la investigación y su único pedido lo hizo a través de su abogado.

La solicitud entonces que presentó Lisandro Aguirre, su defensor oficial, era que reubicaran a su cliente en un lugar “que no sea la cárcel” para garantizar su integridad física hasta que se tratara la medida cautelar de prisión preventiva.

De acuerdo a la reconstrucción que hicieron los investigadores, la violenta paliza que causó la muerte del nene de tres años se produjo durante una reunión familiar en su casa el viernes por la tarde. Según el fiscal, Gonzalo Iglesias, la madre del menor también participó de esa golpiza que le costó la vida.

El chico ingresó al hospital con un paro cardiorrespiratorio y traumatismo de cráneo. Estuvo internado en terapia intensiva hasta que, minutos antes de las 3 de la madrugada del sábado, los médicos confirmaron su muerte. Su hermanita, una beba de poco más de un año, también fue brutalmente golpeada y su estado es crítico.

TN