Muchas cámaras de televisión, un solo patrullero y casi ningún militante. Es lo que se ve esta mañana en la esquina de Juncal y Uruguay, en Recoleta, donde se encuentra el departamento de Cristina Kirchner que en las próximas horas será allanado por orden del juez Claudio Bonadio.

Tras recibir anoche la autorización del Senado, el magistrado se prepara esta mañana para ordenar los allanamientos en los tres domicilios particulares de Cristina Kirchner, acusada de ser la jefa de una asociación ilícita en la causa por los cuadernos de las coimas.

Finalmente, la Cámara alta autorizó el procedimiento sin condicionamientos y solo especificó que el procedimiento deberá guardar “decoro” y “tutelar las garantías constitucionales, particularmente el derecho a la intimidad”, en virtud de que “se trata de una senadora que fue dos veces presidenta de la República”.

La primera casa que sería allanada es la que está ubicada en Recoleta. Un grupo de militantes acompañó la sesión con una vigilia en la calle Juncal, frente al domicilio de Cristina. Esta mañana la mayoría de los seguidores de la expresidenta se habían retirado del lugar. Solo quedaban los carteles de apoyo pegados en las paredes del edificio.

Frente al edificio, el tránsito circula con normalidad esta mañana y el clima general es de calma expectante, rota muy de vez en cuando por algún automovilista que, al pasar, grita alguna consigna a favor o en contra de la ex mandataria.

En las paredes del comercio que se encuentra debajo del domicilio de la expresidenta quedan los carteles que ayer pegaron los militantes que se acercaron a apoyarla. “El flan casero da arcada”, “Fuerza Cristina” y “Con Cristina no se jode”, rezan.

“Vine para apoyar a Cristina. Ayer en el Senado estuvo brillante y yo le creo. Las cosas están en manos de la Justicia y hay que dejar que haga su trabajo”, dijo Miguel Brizuela, uno de los militantes que se acercaron a la esquina de Juncal y Uruguay. “La plata que el juez busca está en Arsat, en INVAP y en los científicos repatriados por el Conicet”, ironiza.

La Nación