Por los pasillos de Tribunales se escucha hablar de Carlos Rosenkrantz como un hombre “introvertido e intelectualmente brillante”. Tras la salida de Ricardo Lorenzetti, a partir del 1° de octubre el abogado de 59 años será el nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia. El magistrado egresó con Medalla de Oro del Colegio Nacional Domingo Faustino Sarmiento y se recibió con honores en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Tiene un magíster y un doctorado en Derecho de la Universidad de Yale, Estados Unidos.
Rosenkrantz fue docente en universidades de Estados Unidos y España y rector de la Universidad de San Andrés. Discípulo del jurista y filósofo Carlos Santiago Nino, asesoró al expresidente Raúl Alfonsín en la Convención Nacional Constituyente de 1994.
Fue propuesto para ser juez del Máximo Tribunal por el presidente Mauricio Macri y el Senado aprobó su pliego con 58 votos a favor sobre 72 posibles, en una sesión en la que el apoyo del bloque del Frente para la Victoria fue fundamental para superar los dos tercios necesarios. El abogado asumió el 22 de agosto de 2016 y se convirtió así en el primer ministro de la Corte de origen judío.
Hijo de un judío de origen polaco y de una madre católica que fue docente, integró el grupo de trabajo de Carlos Santiago Nino, el filósofo del derecho que impulsaba la democracia deliberativa y que asesoró a Raúl Alfonsín durante su presidencia. Desde ese lugar, Carlos Rosenkrantz trabajó en normas como las que abolieron la censura establecida por la dictadura y participó del Consejo para la Consolidación de la Democracia.
En 1990 fundó un estudio jurídico junto con Gabriel Bouzat. En 1991 defendió a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) en un juicio en el que se cuestionaba la decisión de la Inspección General de Justicia de negarle a la entidad la personería jurídica. También, en 1994 Rosenkrantz fue asesor de Alfonsín en la Convención Nacional Constituyente y dos años después cumplió ese rol en la Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires.
Asumió como rector de la Universidad de San Andrés en 2008, desde donde apoyó la creación del Centro de Estudios Anticorrupción. Por otro lado, escribió el prólogo del libro Cosa juzgada fraudulenta, de Federico Morgenstern. Se trata de un ensayo sobre la “cosa juzgada írrita”, una figura jurídica que se podría utilizar para reabrir causas de corrupción archivadas. Antes fue profesor en la New York University, en la Richmond School of Law, en la Denver University, en la Universitat Pompeu Fabra en España y en la UBA.
Desde que llegó a la corte, Carlos Rosenkrantz conservó su perfil técnico y se mantuvo al margen de la pulseada por la sucesión de Lorenzetti.
TN