Claudio Uberti estaba prófugo. El exfuncionario kirchnerista pasó el fin de semana escondido después de que el viernes pasado, a última hora, se dictó la orden de detención. Decidió esperar para ver cuál era la defensa de Cristina Kirchner . Entonces sí, convencido de que sería su gran venganza, se camufló con una gorra negra y se presentó anteayer en la fiscalía de Carlos Stornelli .
Poco tiempo después relató cuál era su rol en la organización en la que participó, según sus dichos, entre 2003 y 2007. Dijo que le llevaba a Néstor Kirchner los bolsos con la plata que recaudaba en las concesionarias viales -estaba a cargo del organismo de control del sector- y que hacía esas entregas en el despacho presidencial de la Casa Rosada o en la quinta de Olivos. Uberti confirmó que la expresidenta Cristina Kirchner estuvo presente varias veces en las que él dejó bolsos, además de contar que el encargado de comunicarle cuáles eran sus tareas fue el exministro de Planificación Federal Julio De Vido . No fue solo el contenido de lo que dijo lo que sorprendió a la Justicia, sino el tono en el que hizo la declaración y los detalles que brindó: habló desde un profundo enojo con quienes fueron sus jefes políticos.
Sostuvo que lo maltrataban, como a gran parte de su entorno, y recordó alguna vez en la que despertó la bronca de Kirchner cuando llevó un bolso con pesos en vez de dólares.
Todo empezó el lunes por la tarde, después de que la expresidenta pasara por Comodoro Py y dejara sus tres escritos al juez Claudio Bonadio . Entonces, Uberti y su abogado se sentaron frente al fiscal Carlos Stornelli. El acta quedó guardada y Uberti detenido, a la espera de la homologación del acuerdo de confesión. Ayer, a media tarde, el magistrado le puso la firma al acuerdo y, entonces, el exdirector del Órgano de Control de las Concesiones Viales (Occovi) quedó en libertad. Se convirtió, de esta manera, en el primer exfuncionario de jerarquía que declara como arrepentido.
Este dato ya había sido mencionado en varias oportunidades en denuncias que, en su momento, realizó la diputada Elisa Carrió, donde se lo sindicaba como uno de los recaudadores de dinero para la campaña entre las empresas de la Patagonia.
Llegados a Buenos Aires, y ya en el poder de la Nación, Uberti dijo que fue Julio De Vido quien le informó que iba a tener a su cargo el sistema de concesiones viales y que debía renegociar los contratos y generar dinero para la política.
Siempre según su relato, el exfuncionario dijo que empezó a trabajar con aquellos acuerdos con las empresas viales que estaban rotos después de la caída de la convertibilidad. Finalmente, cuando terminó, Uberti contó que Kirchner se enojó porque el esquema no contemplaba una manera de sacar dinero en ese sector.
Entonces, De Vido le hizo saber del enojo de Kirchner. Aquí da un detalle que no era tan conocido. Según Uberti, el hombre que se hizo célebre por aquel viaje en el que a Guido Antonini Wilson lo frenaron en la entrada de Aeroparque con una valija con 800.000 dólares, De Vido le decía a Kirchner “el Malo”.
Luego de aquel supuesto enojo, Uberti empezó a recolectar el dinero a las concesionarias. “Yo tenía que retirar 150.000 dólares por mes de cada una de las concesionarias”, dijo.
Ese monto se lo llevaban directamente a Néstor Kirchner. “Los bolsos con dinero se entregaban en la residencia de Olivos, en la Casa Rosada, en el despacho del presidente y, a veces, en el domicilio de De Vido”, dijo el exfuncionario kirchnerista.
Ese esquema, dijo, funcionó hasta 2007, cuando tuvo que dejar el Gobierno empujado por el escándalo de la valija llena de dólares. Desde entonces, ya no perteneció al grupo que trabajaba en el gobierno y que tenía que recaudar dinero para el expresidente.
Desde su enojo habló varias veces del maltrato que recibían todos los colaboradores. Le relató a Stornelli una anécdota que sucedió un día cuando compartían un avión con Néstor Kirchner. Entonces, el mandatario se dio vuelta y le pegó sin ninguna razón.
También repasó un día en que llegó con su dinero en bolsos y se los entregó al santacruceño. Ese día entró al despacho presidencial y le comunicó que una de las empresas le había entregado la coima en pesos. El Malo se enfureció y le empezó a pegar patadas al bolso que contenía moneda nacional. En el revuelo repartió pesos por toda la oficina de Balcarce 50. Nada de patriotismo a la hora de acumular el físico.
Su declaración estuvo llena de detalles de los días en que Kirchner le mostraba todo el poder. Otra vez, recordó, llegó con un maletín que era de él, repleto de dinero recaudado. Kirchner lo agarró y no solo se quedó con los dólares, sino que también se apropió del bolso del exfuncionario. Nunca se lo devolvió y Uberti, hombre que no olvida rápido lo que pierde, se lo contó ayer a Stornelli.
Con cierta nostalgia y mucho despecho, reconoció que, después de haber sido separado del gobierno tras el escándalo de las valijas, ya nadie más lo visitó. “Apenas Baratta pasaba a verme de vez en cuando”, dijo.
“Del Minplan [Ministerio de Planificación Federal] llevé un sobre al señor Claudio Uberti de parte del licenciado. Lo recibió el portero”, anotó Oscar Centeno en sus cuadernos el 6 de octubre de 2008.
La situación del exfuncionario kirchnerista se complicó la semana pasada después de la declaración del directivo de Techint Luis Betnaza. En sus dichos, que quedaron en el expediente, Betnaza dijo que Uberti y Julio De Vido le habían pedido dinero para interceder, como representantes del gobierno argentino, frente al venezolano ante la situación complicada que vivía personal de empresas de Techint instalado en Venezuela durante el gobierno de Hugo Chávez. La defensa de Techint fue por el lado de contar que lo que sucedió no fue una coima o un retorno, sino que habían sido víctimas de una extorsión.
Pero ayer Uberti, que siempre fue sindicado como uno de los responsables de manejar la llamada “embajada paralela” con Venezuela, no avaló aquella teoría. Según fuentes judiciales, el exfuncionario dijo que la empresa Techint había pagado 50.000 dólares de coimas en un caso que, según su versión, nada tendría que ver con la situación de los empleados de la empresa en Venezuela.
La Nación