Daniel “Billy” Oyarzún (38), el carnicero que en septiembre de 2016 mató a un ladrón que acababa de asaltarlo en su local de Zárate, fue declarado inocente del crimen de Brian González (24) por un jurado popular. Consideraron que se defendió legítimamente de una agresión ilegítima y que, por lo tanto, no debe recibir sanción alguna.

El veredicto del jurado por esa persecución que terminó en tragedia y que puso en el tapete el debate sobre la “justicia por mano propia” se conoció este jueves por la tarde en los tribunales de Campana, tras cuatro jornadas de un debate que tuvo momentos muy intensos. “Soy inocente, se hizo justicia”, afirmó el carnicero al salir de la sala de audiencias.

Esta mañana, al llegar a tribunales, Oyarzún había sido recibido por una veintena de amigos y familiares que le hicieron una bandera: “Zárate te apoya, Billy”, le escribieron. Y le cantaron: “Se siente, se siente, Billy inocente”.

Fueron 12 vecinos de Zárate y Campana, entre los que había un operario, una ama de casa, un albañil, un comerciante y una docente, los integrantes del jurado que consideró que Oyarzún actuó en legítima defensa. Y lo absolvieron.

Durante los alegatos, el fiscal del juicio, José Luis Castaño, había pedido que fuera condenado por “exceso de legítima defensa” (delito que se pena con 1 a 5 años de cárcel); el abogado de la familia de Brian González, Ernesto Gómez, había solicitado en cambio una sentencia por “homicidio simple” (pena de 8 a 25 años); y el defensor del carnicero, Ricardo Izquierdo, consideró que actuó en “legítima defensa” y por eso había pedido su absolución. Fue la postura triunfadora.

Según el Código Penal, es inimputable (no debe ser castigado) todo aquel que “obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las siguientes circunstancias: agresión ilegítima; necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla; falta de provocación suficiente por parte del que se defiende”. El jurado consideró que la conducta del carnicero encajó en esta definición legal.

Antes del fallo, Oyarzún había dicho sus últimas palabras. Quebrado y con lágrimas en los ojos, señaló: “Confío en la Justicia. Lo que pasó yo no lo quise hacer. Les pido que me dejen disfrutar de mi hija y trabajar. Es lo único que quiero”.

Justamente, este jueves se cumplen dos años de aquel 13 de septiembre en el que todo cambió para un Oyarzún, quien tuvo que mudarse tres veces desde 2016, tras varias amenazas. También, el comerciante debió cerrar su carnicería en junio, agobiado por “las deudas, las bajas ventas y el estrés”. “Esto nos destruyó”, habían dicho en su familia. Hoy trabaja en un frigorífico.

En la jornada de hoy, tras los alegatos, los integrantes del jurado deliberaron durante unas cuatro horas. Luego anunciaron su fallo -debían coincidir en 10 votos-, que implicó la libertad definitiva de “Billy”. El veredicto no puede ser apelado.

Clarín