Cumbre histórica tras meses de espera.

Finalmente tuvo lugar el histórico encuentro entre el presidente de EU Donald J. Trump y el líder de Corea del Norte Kim Jong Un, quienes se reunieron en Singapur un día después de la catastrófica cumbre del G-7 en Canadá.

En un breve encuentro frente a las cámaras antes de su reunión privada, Trump declaró que esperaba que la cumbre fuera “tremendamente exitosa”. Agregó que él y Kim tendrían “una tremenda relación por delante”.

Por su parte, el norcoreano dijo que había existido muchos obstáculos para lograr el encuentro, “los superamos todos y aquí estamos hoy”.

El programa que publicó la Casa Blanca indica que los líderes se reunirían primero únicamente con sus traductores para una reunión de 45 minutos uno a uno; después tendrían un encuentro de 90 minutos con otros funcionarios de cada país, y finalmente un “almuerzo de trabajo” con más oficiales.

Entre los funcionarios que asistieron a la cumbre está el canciller Mike Pompeo y el controversial asesor de seguridad nacional John Bolton, una de las figuras con ideología más aislacionista y agresiva de la administración y que, de acuerdo con varios reportes, ya ha “irritado” a los norcoreanos con demandas y en general su escepticismo respecto al encuentro.

Lo cierto es que nadie espera grandes avances de esta reunión. El propio Trump ha declarado que podría ser un buen inicio, sin embargo, es poco probable que el encuentro termine con un acuerdo de desnuclearización y poco más que buena fe por parte de ambas partes. Resulta difícil imaginar un escenario en el que Kim renuncie al arsenal nuclear que actualmente garantiza la supervivencia de su régimen.

De acuerdo con un comunicado de la Casa Blanca, Trump habló con el primer ministro japonés Shinzo Abe, miembro del fracturado G-7, y el presidente Moon Jae In de Corea del Sur, dos de las naciones más involucradas e interesadas en que el encuentro tenga éxito.

Se trata de un momento histórico, especialmente para Kim, quien se convertirá en el primer dictador norcoreano en sentarse con el presidente de EU, un logro que lo ayudará en términos de política interna, y además lo ayudará a legitimarse en el plano internacional. Para Trump representa un triunfo con su base rumbo a las elecciones de noviembre en las que su partido corre el riesgo de perder el control de la Asamblea de Representantes.

Fuente: LPO