El líder ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL), Jair Bolsonaro, se convirtió en el nuevo presidente de Brasil. En la segunda vuelta de las elecciones, el candidato del PSL ganó con el 55,2% de los votos ante su oponente del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, el delfín de Luiz Inácio Lula da Silva, que obtuvo el 44,8%.

Después de una campaña presidencial teñida por la violencia y la polarización, el polémico candidato de la derecha brasileña logró sacarle nueve puntos al reemplazante del expresidente preso por corrupción, con un resultado similar al previsto por los sondeos.

En medio de fuertes medidas de seguridad en Río de Janeiro, el ultraderechista votó durante la mañana en un centro en Villa Militar, escoltado por una caravana de policías y evitó hablar con la prensa.

Sin embargo, una vez que el Tribunal Superior Electoral confirmó que fue electo presidente, Bolsonaro se dirigió a la población y agradeció el apoyo nacional. “Vamos juntos a cambiar el destino de Brasil, sabíamos para donde estábamos yendo y ahora sabemos para donde queremos ir. Gracias por la confianza”, aseguró.

En la misma línea, el mandatario le agradeció la victoria a Dios y expresó que su gobierno se basará en el compromiso. “Queremos hacer un país próspero y libre”, recalcó en su primer discurso.

Favorito en las encuestas, Bolsonaro se había posicionado entre los favoritos durante la última etapa de la campaña. Sin embargo, para muchos analistas el exmilitar es un peligro para la democracia brasileña, por su ferviente defensa de la dictadura (1964-1985); sus comentarios machistas; y sus declaraciones en contra de los ciudadanos negros y homosexuales.

Entre sus frases más polémicas, el líder derechista aseguró durante la campaña que si llegaba a ganar las elecciones, iba a “barrer del mapa” a todos los “rojos” -expresión usada por los militares durante las dictaduras de los años setenta para referirse a la izquierda- y advirtió a los militantes del PT que no habrá más lugares para ellos en el país y que deberían “adaptarse” o elegir entre la cárcel y el exilio.

TN